Reflexiones sobre pensamientos, emociones, sentimientos y situaciones, sin querer convencer a ninguna de las personas que lo lean, solo es para que cada uno saque sus propias conclusiones.
domingo, 28 de agosto de 2016
La Sombra de la Muralla
Roberto llevaba una vida tranquila con su trabajo, su casa de alquiler en el centro de la ciudad y sus amigos.
Decidió ese fin de semana ir de excursión a un pueblo medieval que le habían comentado que era precioso, aunque ninguno de sus amigos se apuntaba, estaba decidido por lo que cogió el coche. Al cabo de dos horas largas, casi rozando las tres llegaba al pueblo teniendo que dar unas cuantas vueltas para aparcar.
Era un pueblo de calles estrechas pero con encanto, personas amables, llenas de miles de historias sobre dicho pueblo y sobre ellas mismas.
Tras una larga caminata y ya rozando la hora de comer se sentó en un banco de piedra junto a la muralla del pueblo.
Al momento llego un anciano de unos 80 años que con voz tenue le pregunto si podía sentarse junto a el.
Si quererse inmiscuir en la vida de Roberto le iba contando la historia del pueblo y claro esta, la suya propia.
Según comentaba había sido "un zagal" muy impetuoso, nervioso, con inquietudes que nunca pudo llevar a cabo puesto que sus padres no pudieron darle la oportunidad de salir del pueblo con rumbo a la ciudad para tener otras opciones de vida.
Era viudo ya hacía algunos años y a diario iba a un local que había para personas de la tercera edad y allí se entretenía charlando hasta que una muchacha que venia a ayudarle en las labores de la casa, le preparaba la comida.
Sin embargo, por lo que comentaba, los peores días de la semana eran los fines de semana, era cierto que se entretenía con los visitantes contándoles las historias del pueblo pero llegaba un momento que era solo una sombra que vagaba por la muralla ya que nadie le esperaba en casa, el centro cerraba y no veía a sus amigos ya que venían familiares a verles...
Explicaba que su vida estaba de lunes a viernes ya que estaba entretenido pero que se le eternizaba la llegada del siguiente lunes, curiosamente cuando trabajaba llegaba demasiado rápido este día.
Una vez que el anciano,Elías según comentó, se había ido, Roberto se quedó pensativo de cuantas personas de cualquier edad, estarían en la misma situación que este buen hombre. Personas que de lunes a viernes tienen una ocupación, pero que llegado el fin de semana cuando ya no la tienen no saben realmente que
hacer con el tiempo hasta la hora de comer, cenar o ir a la cama.
Quizás sería buscar un hobbie tipo leer, caminar, hacer deporte, apuntarse a una biblioteca, asistir a charlas o eventos...
¿Cuantas personas serían la sombra de su muralla como decía Elías?
Hay veces que conocemos a personas de nuestro entorno o nosotros mismos que nos podemos sentir como el anciano de la historia , sombras que caminan sin rumbo, sin saber que hacer ni donde ir ya que su vida esta dirigida al trabajo o una ocupación concreta pero fuera de esta nada ..... Lo importante es buscar un aliciente que nos haga estar vivos, que nos despierte la ilusión de seguir hacía adelante, que esa sombra se transforme en solo un mero acompañante cuando sobre nosotros caiga el sol.
Lo importante no es tener todas las horas del día ocupadas haciendo y haciendo, yendo de aquí para allá para sentir que no estas parado, lo importante es que estés moviéndote o parado sientas que es lo que realmente quieres hacer.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario