viernes, 22 de enero de 2016

Una pregunta inocente


Después de mucho revisar y revisar todo lo que había hecho en la vida se dio cuenta que había hecho muchas cosas, demasiadas, todas las que había querido hacer y otras que le vinieron así sin apenas buscarlas pero no había dicho que no quisiera. No tenía muchos años pero los suficientes para haber tenido ya un
recorrido de vivencias y experiencias.No habían sido de lujos ni ostentación pero eran las que te apetecían.

Ahora a esta edad, rozando los 55 y estando bien de salud, se planteaba que es lo que realmente había hecho por gusto y que es lo que había hecho porque se había dejado llevar por todo lo que ocurría a su alrededor, por lo que le decían y no por lo que le salia del corazón.

Y se lo planteaba no porque hubiera tenido un susto grande en su vida, no por enfermedades, no por crisis de edad o identidad sino porque un día hablando con su hijo este le dijo: ¿Disfrutas de lo que haces como yo me divierto en el colegio?

Realmente no se podía quejar de su vida, no era millonario, tenía un trabajo acomodado pero después de estar subiendo a costa de trabajar desde los 16 años,de un tiempo a esta parte es cuando había podido decir que tenía un trabajo en el cual cobraba bien o estaba muy bien pagado.

Pensando y pensando, se dio cuenta que lo único que había conseguido con esfuerzo era su trabajo, luchar desde abajo para poco a poco y tras muchos años llegar a estar en un buen despacho aunque no cumplía totalmente sus expectativas. Además también había conseguido uno de sus sueños desde niño que era tener
una familia e hijos. Su esposa también trabajaba en una empresa aunque era de la competencia a la suya.

El resto de cosas habían sido muchas veces buscadas por el tipo de compañías que había tenido a lo largo de su vida, otras por intentar encajar en un perfil concreto de personas que necesitaban tener o vivir en un sitio concreto para poder relacionarse, pero lo que le decía su hijo de disfrutar de lo que hacía o hubiera hecho en pocas ocasiones.

Entonces, ¿debía renunciar a su trabajo que tanto le había costado conseguir?, ¿Debía dejar a parte de las personas que le rodeaban por no ser amigos sino más conocidos que otra cosa? ¿Debía cambiar de lugar donde vivía?, preguntas y preguntas que de inmediato no surgía la respuesta.

Quizás no debía hacer nada de todo esto o todo, las preguntas no eran estas, sino una pregunta pero más amplia y aún más difícil de contestar,¿que quería hacer con su vida de ahora en adelante?

Puede ser que la respuesta no fuera sencilla por ahora, pero lo que si tenía claro es que debía disfrutar de lo que hiciera.

Por lo tanto si el trabajo no cumplía totalmente sus expectativas como podría cambiarlo para que fuera de otro modo, si había personas que no le inspiraban confianza dejar de estar cerca de estas personas y lo mismo no era que no estaba bien donde vivía sino que su casa no era lo que debía cambiar sino su actitud frente a las cosas sabiendo valorar todo lo que había conseguido.

Una pregunta inocente le había hecho replantearse todo lo que tenía, había conseguido, como lo había conseguido, las personas que tenía cerca, donde y como quería vivir.

A veces una pregunta inocente o sin malicia te llevan a plantearte cosas y cambiar de actitud cuando antes nunca te lo hubieras ni planteado.

Escucha a cualquier persona que quiera hablarte ya que nunca sabes cuando por una palabra, frase o conversación puede cambiarte la vida.

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