sábado, 23 de mayo de 2015

El juego (Rayuela)


Un día Juan de camino a casa yendo por los mismos sitios que siempre, le llamo la atención que en el suelo había pintado con tiza números de 1 al 9 y en la ultima casilla la palabra cel. Era un juego al cual de manera inocente jugaba de pequeño sin ningún tipo más de inquietud que mantener el equilibrio y coger la piedra.

Juan creía en las señales y si había pasado infinidad de ocasiones por ese mismo sitio,no se había parado porque no había llamado su atención hasta ahora y esta vez sí, debía ser por algún motivo.

La primera reacción como siempre era preguntarse...¿Para qué me he fijado en este juego? ¿Qué me quiere decir este juego? ¿Con que me conecta? ¿Qué esta ocurriendo en mi vida ahora que pueda relacionarlo con este juego?

Pensaba y pensaba pero no encontraba a priori una respuesta para todas y cada una de las preguntas.Realmente si sabía cual eran las respuestas pero...debía ponerle orden y...cuando las respuestas llegan demasiado hondo..."duelen".

Decidió buscar información sobre el juego.

El juego se llamaba Rayuela o trueque. Y según leyó, consiste:

El primer participante debe situase detrás del primer número, con la piedra en la mano, y lanzarla. El cuadrado en el que caiga se denomina "casa" y no se puede pisar.

Se comienza a recorrer el circuito saltando a la pata coja en los cuadrados, o con los dos pies si se trata de un cuadrado doble. El objetivo es pasar la piedra de cuadrado en cuadrado hasta llegar al 10 (en este caso cel) y volver a la casilla de salida dando la vuelta en este ultimo número.

Si el participante pierde el equilibrio o la piedra se sale del cuadrado, se pierde el turno y pasa al siguiente jugador.

Esto estaba bien para entender el juego pero no acababa de conectarle con lo que el necesitaba por lo que siguió buscando. Cual fue su sorpresa cuando leyendo otro documento encontró:

Que se cree que está basada en el libro La divina comedia de Dante Alighieri, obra en la cual el personaje, cuando sale del Purgatorio y quiere alcanzar el Paraíso, tiene que atravesar una serie de nueve mundos hasta lograrlo. El jugador actúa a modo de ficha. Debe saltar de casilla en casilla, a la pata coja, empujando la piedra que se suponía representaba su alma. Partía de la Tierra para conseguir el Cielo (Urano), vigilando no caerse en el pozo o en el Infierno (Plutón) durante su recorrido. En ningún caso la piedra debía pararse sobre una línea, ya que, de la Tierra al Cielo, no hay fronteras ni zonas de demarcación, ni separaciones, ni descanso.

Obviamente Juan no estaba en el purgatorio pero si le conecto con la situación en la cual estaba en ese momento. Era que tenía que ir avanzando poco a poco, guardando el equilibrio en lo que estaba haciendo para poder llegar a su objetivo. Es decir, cultivar la parte en la cual vas aprendiendo de manera académica
por decirlo de este modo (estudiar o realizar cursos), pero también debía cultivar la parte más espiritual que no es más que lo que es tu propio Yo (que sientes, que piensas, que haces).

La vida es como el juego de Rayuela, tiras una piedra (empiezas un proceso), guardas o pones equilibrio, vas yendo de un proceso a otro siguiendo guardando el equilibrio hasta que al final llegas a tu objetivo, el cel.

Guardemos un equilibrio entre lo que es trabajo y el placer, entre lo que es hacer cursos, cursos y la parte espiritual (nuestro YO), entre que es lo que quiero y que hago para tenerlo.

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