Un padre le pregunto a su hijo: Eduardo, ¿que quieres ser de mayor?
El niño le contesto: Yo mismo
Padre: ¿Cómo que tu mismo?
Niño: Claro que si, en principio porque no puedo ser otra persona y después porque seré mi mejor representante.
Seguramente nos habrá ocurrido que hemos querido parecernos a otra persona a la cual teníamos estima o pensábamos que era lo mejor que existía, puede ir desde querer ser como nuestro padre o madre, pasando por amigos o por personas que han conseguido logros en la vida y que por lo tanto son
sumamente atrayentes.
Es lógico que en una etapa de nuestra vida nos sintamos atraídos por querer ser o imitar la conducta de otras personas, cuando todavía nuestro carácter o forma de actuar o ser no esta definida tendemos a ser por imitación que no por ser nosotros. Estamos en este momento de confusión que cuando nos preguntaban
que queríamos ser íbamos diciendo como papa o mama,el profesor de la escuela o personas que veíamos por la televisión.
Pasado un tiempo y una vez que dejas esta etapa, vas forjando tu personalidad ya defines que es lo que quieres hacer, a que te gustaría dedicarte, o a lo que no te gustaría dedicarte y por ahí empieza el descarte, tomas decisiones que cambiaran tu vida para pensar con los años que bien hice o
como paradojas de la vida estudié esto o lo otro y sin embargo he acabado trabajando de...o mírame ahora con lo que yo pensaba y ahora hago otro tipo de cosas que no tienen nada que ver con lo que en su momento era mi ilusión.
Pensemos que decidimos bajo situaciones concretas y que son con todo lo que en ese momento sabíamos, nos decían, conocíamos. Cuando ya ha pasado suficiente tiempo o cuando recuerdas se nos escapa un...si tuviera que decidir ahora tomaría otras decisiones o volver a esa situación con lo que ya sabemos pero esto es imposible, no podemos volver atrás ni tomar la decisión desde lo que muchos años después ya sabemos o hemos visto como ha transcurrido la vida.
Como decía Eduardo en la pregunta del padre, realmente solo podemos ser nosotros porque es el papel que hemos elegido, que nos hemos pedido, que podemos cambiar a nuestro antojo dentro de las circunstancias que tenemos, aunque estas también se puedan cambiar o intentarlo. Muy bien explica Eduardo,
somos nuestro mejor representante, ya puede hablar bien nuestra familia, amigos, pareja, en el trabajo, pero quien seguro, seguro que nos conoce mejor somos nosotros mismos. Conocemos nuestras virtudes, aptitudes, actitudes, miedos, podemos buscar las creencias o cargas que tenemos de donde
vienen para corregirlas, podemos cambiar conductas, reformular hechos que hemos realizado, tomar el mando de nuestra vida. Todo esto por muy bien que alguien nos diga que nos conoce no puede ser nuestro representante ni cambiarse por nosotros ni tan siquiera saber como vamos a reaccionar, ya que no solo actuamos con la mente sino que también con el corazón y lo que es racional para la otra persona según como es nuestra trayectoria de actuación puede llegarle a sorprender.
Ciertamente seguimos un patrón de conducta dentro del cual somos más o menos previsibles pero siempre nos queda este margen de resolución que con poquito que hayamos cambiado podemos sorprendernos.
Por lo tanto, no intentemos imitar o ser como otra persona, nosotros somos un diamante que debemos ir puliendo poco a poco, sacando el brillo que llevamos dentro para mostrarlo al que quiera mirarlo, para las personas que pensemos que deben estar cerca o durante un espacio de tiempo acompañarnos para enseñarnos o nosotros a ellos, recordemos que somos alumnos y maestros.
No seas una mala imitación de otros,pudiendo ser el mejor original tuyo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario