Callar, no contar, es mejor que nadie sepa lo que me pasa, para qué contar algo que lleva mucho tiempo conmigo.
Ya estoy hecha a lo que pienso, a lo que siento y aunque me pesa no me compensa dejar salir y poner mis emociones sobre la mesa.
Qué tengo pequeños momentos de bajón por este motivo también es verdad pero me convenzo que ya pasará y llegará la serenidad.
Se que lo que callo no es bueno me quema por dentro, escucho el lamento de cosas que quiero decir y no me atrevo.
Llegará el momento de sacar lo que tengo porque como dice un amigo lo que no se cuenta y se guarda, se agranda y da problemas.
No me sirve de nada callar, voy a aprovechar que me tienden la mano, me escuchan, reflexionar como si hablara con un hermano, porque no quiero seguir así, ponerme en marcha no será en vano.
Considero que ya era hora de ponerle fecha a tanta demora en el sentimiento, no iba por donde me tocaba, pensaba, nadaba dando una brazada pero no para avanzar sino para quedarme parada, no avanzaba, me ahogaba.
Ya estoy en el camino; sigo con momentos de bajón, ahora me animo, y expreso que lo mejor que pude hacer es no seguir callando cosas que no me estaban haciendo bien, sino matando.
Compartir lo que sientes no es signo de debilidad como hay personas que piensan, sino de querer solventar algo que nos preocupa y que de manera individual no somos capaces de gestionar o simplemente quieres que te escuchen.
Compartir es vivir
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